sábado, 16 de junio de 2007

Cuando no hay machas, buenas son almejas...

Hoy tengo nostalgia de Chile, en concreto del grandísimo restaurante Gernika y de sus machas a la parmesana...

- Almejas de carril, unas 8 por persona.
- Queso parmesano
- Vino blanco
- El zumo de un limón
- Pan rallado
- Mantequilla

Una de las mayores sorpresas gastronómicas de mi estancia en América fue este fantástico plato chileno, elaborado con una variedad de molusco que no he logrado encontrar en España.

La macha es un molusco bivalvo marino, muy abundante en los mares de Chile y Perú. Se prepara típicamente al horno, con vino blanco y limón, cubierto de queso parmesano gratinado, todo en su misma concha. Al ser de tamaño mayor al de la almeja, queda todo recogido en la concha como si ésta fuera una cuchara.

Como no he conseguido encontrar un equivalente a la macha en España, hoy he decidido probar con almejas de carril, sobre la marcha, cuando las he visto en el mercado.

Improvisando, con el horno puesto a calentar para tenerlo listo en su momento, lo primero ha sido abrir las almejas en una sartén con un chorrito de aceite bien caliente. Una vez abiertas, sacamos las almejas de las conchas y reservamos.

En la misma sartén sin limpiar, ponemos un chorro de vino blanco y un poco de zumo de limón, y templamos removiendo para que tome los aromas y el sabor que han dejado las almejas en la sartén.

El parmesano lo usaremos en forma de láminas no muy finas pero tampoco muy gruesas, lo justo para que funda y cubra la almeja; preparamos las láminas con un cuchillo y reservamos.

En una bandeja para el horno, colocamos las conchas, que forzaremos para que queden abiertas. Si fuesen pequeñas, una alternativa es preparar las almejas en cucharas de aperitivo, de estas grandes, pero el que estén en su propia concha le da un toque especial al plato, ¿no creéis?.

Sobre cada concha, colocamos una almeja, y con una cucharita regamos con un poco de la mezcla de vino y limón, colocamos encima una lámina de parmesano o dos, y encima una bolita de mantequilla. El pan rallado es opcional, pero para mi le da un punto crujiente al resultado; si optamos por ponerlo, espolvoreamos encima de cada almeja un poquitín.

La mezcla de vino y limón que nos haya sobrado podemos ponerlo en la bandeja directamente, para que cuando evapore aporte aroma adicional.

Llevamos la bandeja al horno, cerca de la parte superior para que gratine el parmesano y el pan rallado, a temperatura alta (200-250º), y vigilamos de forma que en cuanto esté dorado y el queso bien fundido sacamos la bandeja del horno (serán pocos minutos... ¡ojo!). Colocamos las conchas en una fuente, y ya están listas para comer...

¡Salud y buen provecho!

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