martes, 8 de enero de 2008

¡¡Feliz Año Nuevo!! Y lo empezamos, como no, comiendo...

Primero de todo, quería desearos a todos un Feliz y Próspero Año 2.008... Como veis, las fiestas me han mantenido alejado del blog, aunque no de los fogones, así que empiezo el año con un montón de cosas que contar...

En mi familia siempre hemos celebrado las Navidades con "comilonas" que suelen comenzar con un buen consomé, unos entrantes variados (montaditos, marisco, jamón, etc.) y un plato fuerte, bien de carne, bien de pescado: asados, solomillos, lubinas, besugos y merluzas... Yum!

Este año hemos probado por primera vez a hacer bogavante al horno, todo un descubrimiento que sin duda repetiremos... si bajan los precios de semejantes bichos!

Mis padres compraron unos bogavantes del cantábrico, asturianos, y claro, no era cuestión de cocerlos y ponerlos en ensalada; pero nadie quería matar a los pobres bichos, y me tocó a mi darles cuchillo… Eso sí, luego todos comieron a dos carrillos, y lo del "pobre bogavante", nada, olvidado…

Se parten los bogavantes por la mitad, cuidando de no perder los jugos que sueltan. Ojo al partirlo, que es difícil y si os vais para un lado o para otro dejáis a alguno con menos ración de bogavante… La estrategia para el corte me la dio mi suegro (gracias Enrique!): primero cortamos la cabeza, para lo que ponemos al bicho perpendicular a nuestro cuerpo, boca arriba, mirando para nosotros, metemos el cuchillo bien afilado para hacer un corte longitudinal, empezando por el punto de unión de la cabeza con el cuerpo (clavando la punta, como si lo apuñalásemos), y bajamos el cuchillo ayudándonos de la simetría de la boca del bogavante para hacer el corte correctamente. Si el cuchillo tiene la parte superior (el canto) ancho, podéis darle con un mazo para terminar de cortar, sino sacadlo y cuando esté cortado todo el bogavante lo termináis de abrir con las manos o con tijeras.

Cortada la cabeza, le dais la vuelta de forma que la cola apunte hacia vosotros, y tomando el punto donde comenzasteis a cortar la cabeza, se repite la operación, con una técnica similar.

Las pinzas debéis romperlas a base de martillazos (tenazas, etc.) para que se haga la carne de su interior.

Una vez abierto, retirad el cordoncillo de la tripa, lo demás es todo comestible. Los “sesos” del animal suelen dar un poco de cosa, así que podéis quitarlos con cuidado y hacer una salsa con un toque de vino blanco, pizca de sal y a batir (intentad darle consistencia de crema, que no se noten grumos).

Para el horno, aunque vi que había recetas donde se untaba el bogavante con mantequilla o aceite perfumados con alguna hierba, e incluso con la salsa hecha con las tripas del bicho para gratinarla, finalmente los hicimos tal cual: una vez cortado cada bogavante, lo íbamos poniendo en la bandeja de horno y regándolo con los jugos que había soltado al cortarlo, y nada más.

Se echa (poca) sal por encima, y al horno a 190º durante… 20 minutos por kilo de bogavante, dicen. Estos eran de poco más de medio kilo, por lo que los tuvimos inicialmente 10 minutos, pero no tenían pinta de estar hechos por lo que dimos la vuelta a la bandeja del horno y los dejamos un par de minutos más.

Una vez servidos, podéis desglasar la bandeja de horno con un poco de vino blanco y tendremos una segunda salsa.

Un consejo para comerlo, a la hora de sacar la carne de la cola, ayudaros de una cuchara afilada (concepto extraño, si…): apoyándola contra la cáscara por el interior, sale la cola enterita.

Acompañad de escarola aliñada con una majada de ajo, o con una simple ensalada variada.

En nuestro caso, eran tres bogavantes para seis, con lo que tocábamos a medio bogavante por barba; un buen entrante para dar paso al plato principal...

En la próxima entrada os cuento cómo hicimos micuit casero...

¡Salud y buen provecho!

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