El pasado fin de semana... (I): Tartar de salmón con naranja y granada
Hasta hoy no he podido actualizar el blog, así de liado ando con el trabajo y con los preparativos navideños...
El domingo preparamos para comer una lubina a la sal acompañada de arroz salvaje, precedida de un tartar de salmón con naranja y granada como entrante. Y el domingo por la tarde me dio por hacer pan... con un resultado más que estupendo, para ser la primera vez y no tener la maquinita de hacer pan. Pero esto os lo cuento otro día.
Hoy vamos con el entrante... El tartar de salmón es una receta que yo conocí en "Le petit bistrot", un coqueto restaurante tipo bistrot ubicado en pleno Madrid. Su versión era más elaborada en cuanto a ingredientes, yo me quedé con la idea de utilizar la untuosidad del salmón como amalgamador para un tartar, en contraste con cítricos.
Lo ideal sería partir de un salmón marinado a nuestro gusto (no es difícil, a ver si otro día os cuento cómo hacerlo), pero en este caso no me compliqué la vida y utilicé unas lonchas de salmón ahumado envasado, que podemos encontrar en cualquier supermercado. Se pica a cuchillo una buena cantidad, y se reserva en un bol, regándolo con un chorretón de limón.
Tomamos una naranja, la pelamos, la cortamos en rodajas y picamos cada rodaja en cuadraditos. Incorporamos la naranja picada al bol con el salmón, y removemos mezclando bien.
Falta el contrapunto dulce al salado del salmón y al ácido de los cítricos... Yo tenía en el frutero una granada, y me dio por ahí, pero podría valer casi cualquier fruta en un buen punto de maduración. En mi caso, saqué los granos de la granada y añadí tres o cuatro cucharadas soperas de granos a la mezcla de salmón y naranja.
Para presentarlo como tartar, necesitaréis unos moldes que permitan dar forma y prensar la mezcla. En plan cutre, podéis usar una taza o un bol pequeño y voltearlo una vez lleno a un plato. Sea como fuere, con una cuchara se va incorporando el salmón con la naranja y la granada en el molde, escurriendo cada cucharada y presionando ligeramente para consolidar la forma. Una vez lleno, se retira el molde y ya tenemos nuestro tartar.
Podéis espolvorear con eneldo para darle un contraste de color. Es un plato para tomar fresquito, por lo que podría ser más propio del verano o de un tiempo primaveral... pero cualquiera lo diría por lo limpio que quedó el plato... ;)
Mañana, seguimos con la lubina al horno...
¡Salud y buen provecho!
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